lunes, 27 de junio de 2016

Capitulo 20.- El susurro del desierto (Parte dos)

20 de junio de 2016. A las afueras de Túnez. 05:43 AM.
Tafat
—Como está la preparación de las tropas. —Digo por el micrófono integrado en el carro.
Afuera del MRAP se cierne la penumbra sobre las arenas que frías se encuentran. La mayoría de soldados se encuentran listos, esperando en su respectivo vehículo las órdenes que les llevaran a teñir las arenas con hemoglobina humana.
—Tres minutos para estar completos.
—Perfecto, mantente preparado.
— ¡Si señor!
Acerco mis manos a la radio y cambio la frecuencia, produce una leve estática que desaparece al momento, acomodo los audífonos y el micrófono para luego aclarar un poco mi voz.
—Damas y Caballeros, en estos cuatro meses todos hemos sufrido por la pérdida de alguna persona querida, todos hemos llorado últimamente y por eso, quiero agradecerles que se encuentren aquí, hoy lucharemos por nuestra libertad, por caminar sin miedo en vuestra propia casa, por las calles, ¡Por donde les de la puta gana! ¡Y para que eso suceda debemos acabarlos! —Hago una pausa y tomo una larga bocanada de aire. —Hoy muchos de vosotros no lo lograreis, se que tienen miedo a morir, yo tengo miedo a morir pero, ¡Si no luchamos ahora! ¡Después no tendremos otra oportunidad! ¡Luchen conmigo! —Los motores comienzan a rugir con furia. — ¡Destruyen a esos malditos!

20 de junio de 2016. A las afueras de Túnez. 05:50 AM.
Rachid
— ¡Vamos! —Grito con fuerza apenas la comandante termina de hablar. — ¡Hoy vamos a ganar!
El helicóptero de doble hélice comienza a elevarse con rapidez mientras que la compuerta se cierra, quedamos en la total oscuridad y a los segundos se encienden unas luces blancas que me dejan ver a mis compañeros de armas. Solo somos veinte en este vagón infernal.
—Señoras y señores, ¿Quién de ustedes tiene tanto miedo como para cagarse en los pantalones? —Dice Anir, nuestro jefe de patrulla.
Siete levantan la mano, incluyéndome. A pesar de que quiero luchar no me puedo quitar esta sensación a peligro, de que algo no está bien.
—eso es muy bueno porque cuando suceda, apunten a los que tengan delante. —Dice Anir riendo, pareciera que quiere calmar los ánimos.
— ¿Y qué haremos después, cuando estemos en tierra? —Pregunta Ahar un poco dudoso. Esta sentado e inclinado, mirándose sus manos que están cubiertas por los gruesos guantes.
—Es verdad, aparte de tomar el terreno ¿Qué haremos? —Replica Adán.
El es un tipo de mediana edad, de cuerpo alto y grueso con algunas canas en su negro cabello, dándole un toque duro, como si ya hubiera peleado en muchas batallas pero apenas lleva algunas.
—solo nos apegaremos al plan, tomarlo todo y asegurar el perímetro. —Dice Anir mirando una pequeña foto. —Y ahora manténganse callados.
La sensación de que algo de agobio se incrementa a cada segundo, estamos en un momento de paz que solo es imaginario, es irreal.
—Diez para P.A. —Se escucha decir al piloto a través del altavoz.
Rasco mí cuello con agresividad, es un mal hábito de cuando estoy nervioso. Y de los otros, en algunos se nota lo tenso que está pero en otros, no hay rastro algunos de miedo y otra emoción.
—Rachid, cálmate o serás un hombre muerto y esos no sirven. —Me dice Anir.
—Es fácil decirlo.
—Somos Cazadores, entrenamos desde que nos iniciamos para esto, los militares pueden tener miedo, nosotros no, sin ofender.
—No pasa nada. —Dice uno de los soldados que tiene dos rayas negras en su mejilla derecho.
—A mí sí me molesto. —Replica otro que está a su lado y tiene dos rayas en su mejilla izquierda.
—Entonces te callas.
—Oblígame.
—Cabron.
—Mamon.
—Cállense los dos. —Les reprime Anir con una gran sonrisa en su rostro.
— ¡señor, si señor! —Dicen los dos de forma descoordinada.
—Seis minutos para llegar a zona de aterrizaje, prepárense para el ataque enemigo y buena suerte señores. —Dice la copiloto.
— ¡Ya habéis escuchado! ¡Levanten el culo y arréglense su traje que el baile esta por empezar!

20 de junio de 2016. A las afueras de Túnez. 06:10 AM.
Anir
Retiro el cargador del arma y compruebo la munición, lo vuelvo a poner con fuerza para que no se desprenda, muevo el cerrojo y le quito el seguro. Arreglo el chaleco de kevlar color arena y me agarro de uno de los fierros de seguridad, todos los demás hacen exactamente lo mismo.
— ¡Están listos!
— ¡Señor, si señor! —Gritan todos.
— ¡Agarraos a lo que sea! —Grita el copiloto.
El Helicóptero comienza a moverse con brusquedad. El sonido de múltiples explosiones se escucha tan fuerte que me causa un gran malestar en el oído. La compuerta se abre y por allí veo a otro helicóptero que se mueve con rapidez hacia la derecha e izquierda, esperando que le ataquen. Un misil con una velocidad abrumante roza la compuerta, dejando un notable rastro de humo tras de sí.
La puerta de la cabina se abre con fuerza y golpea la pared.
— ¡Pasando a la comunicación abierta! —Grita el copiloto con rapidez y fuerza.
Inmediatamente puedo escuchar lo que dicen los otros pilotos a través de mí auricular: “¡Estamos bajo fuego intenso!” “¡Desplegando!” y otras cosas.
Ya llegamos a la ciudad, ya puedo ver casas allí abajo. Una explosión ocurre sobre el otro helicóptero y este empieza a girar de manera incontrolable mientras cae envuelto en llamas.
— ¡Estamos cayendo! ¡No...! —Exclama alguien. No es muy agradable ver y saber las últimas palabras de alguien, sus palabras de terror y pánico.
Una explosión muy cerca hace que me tambalee y de repente siento que mis pies se hacen más ligeros por un momento.
— ¡El segundo rotor dejo de funcionar! —Grita el piloto con terror.
El helicóptero comienza a tomar fuerza en un carrusel endemoniado.
— ¡Agarraos a lo que sea!
En uno de los giros caiga al suelo pero con dirección a la compuerta aunque alguien me toma con fuerza el brazo, quedo mirando el otro extremo, frente a mí, un Cazador americano tiene agarrado por la mano a un soldado pero de forma casi instantánea ambos salen expulsados con un grito de horror. El impacto lo estremeció todo.

20 de junio de 2016. Túnez. 06:19 AM
Rachid
—Hey ¡Hey! ¡Vamos! —Alguien me da palmadas en la mejilla, todo es borroso. —, Sigues de una pieza, levántate. —Me fijo más, Anir está en frente y escucho una explosión. —Vamos, tenemos que seguir antes de que lleguen equipos de búsqueda enemigos.
Me levanto apenas, tambaleándome. Estamos dentro de un edificio y otros del equipo están mirando por las ventanas. La parte trasera quedo incrustada dentro de la habitación y un pesado y negro humo.
—Recuento de personal. —Dice Anir frente a dos soldados.
—Hemos perdido a cinco, los dos pilotos murieron en el impacto, otros dos salieron por inercia y el C.R (Cazador) Varo tiene fracturas en ambos brazos y facial.
—Mierda… bueno, movámonos, no podemos quedarnos atrás y el punto de encuentro no debería estar lejos.
Los 15 pasamos por la habitación, por la ventana se aprecia otro mundo muy contrario a la calma de esta pieza, disparos, explosiones, cadáveres en el piso, aviones a ras de suelo, helicópteros, el sonido que se crea es infernal.
—Ahora, a la calle. —Dice Anir.
— ¿Y el herido señor? —Dice un soldado.
—Quédate con él.
—Sí señor.
Salimos del edificio con rapidez y nos pusimos detrás de unos autos, todo sirve de cobertura.
—A todas las unidades, refuerzos en camino, avión de soporte en veinte. —Escucho por mi auricular.
Seguimos caminando a lo largo de la calle por unos cinco minutos, es muy extraño y además puedo oír los disparos a lo lejos.
— ¡Emboscada!
Desde las ventanas nos están acribillando, corro contra una pared y me quedo detrás, me asomo y comienzo a disparar de donde provienen los disparos
— ¡Nos están masacrando, encuentren una salida!
— ¡Por aquí!
Al otro lado de la calle, un Cazador esta contra una puerta, este le dispara y se abre con un estrepitoso sonido.
— ¡Corran!
A pesar de los disparos que vienen contra mí, voy a toda velocidad, algunos me rozan y se destruyen al contacto con el piso. Cuando estoy casi adentro me caigo de cara al piso pero alguien me agarra con fuerza y me arrastra al interior, miro por la puerta, seis que hace algunos segundos estaban caminando con nosotros ahora se encuentran tirados en un charco de sangre.
— ¡está vivo! —Grita un soldado apuntando a uno de los caídos.
Se arrastra con dificultad mientras estira una mano en señal de ayuda pero, una lluvia de municiones cae encima de él.
—Tenemos que seguir.
—Sí señor. —Decimos todos.
De todos los que éramos inicialmente, en apenas unos minutos ya perdimos ha trece, solo quedamos tres soldados y cuatro cazadores, esta operación ya se jodio.
—Vamos, revisa la próxima sala.
Un soldado se acerca y la abre. —Sala limpia. —Todos empezamos a entrar y repetimos el proceso cuatro veces más.
En la última puerta que abrimos dio salida a un largo pasillo pero este, esta al exterior.
—Temp, a la ventana. —Dice Anir al Cazador. —y tu Rachid, procedimiento contra francotirador.
Me acerco al pórtico de la puerta, me saco el casco y lo coloco en el cañón de mí arma, lo acerco al exterior y acto seguido, recibe un disparo que hace que caiga.
—Francotirador, edificio gris, cuarta planta, segunda ventana, tiene permiso para disparar. —Dice Anir.
Temp apunta y dispara. —Esta abatido, buen disparo, sigamos.
Empezamos a correr por el pasillo hasta el final, otra puerta.
—Zero, ábrela.
—Sí señor.
Golpea la manilla con la culata de su arma pero no se abre, le dispara y a penas entra, cae al piso con múltiples agujeros en su cabeza, pedazos de corteza cerebral quedan esparcidos.
— ¡Cegadora! —Grita un soldado y lanza una granada, un sonido fuerte y una luz ocurren dentro.
Corremos al interior y disparamos contra ellos, algunos vasos de cristal estallan en pedazos y la pared se llena de agujeros, todos ellos caen al piso. Avanzamos y bajamos a la calle nuevamente, pasamos corriendo a otro edificio y nos aseguramos en un gran bar.
—Aseguren el área. —Dice Anir.
Bloqueamos las puertas con los muebles aledaños y nos quedamos detrás de las ventanas, esperando, pasan veinte minutos.
—A todas las unidades, AC-130 entrando en espacio aéreo y unidad blindada entrando por tierra, reagrúpense en punto de encuentro, madre fuera.
—Escucharon señores, nos vamos.
Sacamos los muebles y al abrir la puerta, la cerramos de golpe, un batallón entero con blindados, esos no son aliados.
—A todos los escuadrones, ángel de la muerte en espera, nos dijeron que necesitan ayuda, no podemos ayudar a todas las patrullas a la vez así que tendrán que esperar un minuto aproximado, fuera.
—Aquí patrulla tres, blindados a 100 metros, pedimos apoyo.
—Esta de suerte, estamos pasando por su zona, disparando.
Muchas explosiones empezaron a ocurrir, volvimos a abrir la puerta y solo quedaron cuerpos tirados en el piso y tanques en llamas.
—Enemigos eliminados, gracias.
—Recibido, pasando a la siguiente zona, estará sin apoyo un tiempo, fuera.
De esta forma, seguimos pasando por la ciudad, tomándola de vuelta, pero las bajas sufridas fueron devastadoras, en las tres horas siguientes Temp fue acribillado y otro soldado también.
Aun no nos hemos podido reunir con otras patrullas.
— ¡Aquí Tafat! ¡Todo el mundo diríjase a un lugar abierto! ¡Nos retiramos de la ciudad! ¡Tienen diez minutos! —Escucho a la comandante por el comunicador.
— ¡Que ocurre Tafat! ¡No podemos retirarnos ahora! ¡Las muertes de nuestros hombres serán en vano! —Grita Anir por el micrófono.
— ¡A todas las unidades, múltiples ojivas han sido lanzadas a su ubicación, si no salen serán hombres muertos! ¡Helicópteros arriban en siete, no pierdan tiempo!
— ¡Vamos! —Grita Anir.
Salimos corriendo sin precaución alguna, vimos hostiles a lo lejos pero no nos intereso, ¿Por qué disparan a sus propias tropas?
—Aquí U.M.I.A, patrulla tres diríjase al cuatrocientos metros, se encontrara con la patrulla cinco, enciendan bengalas y esperen extracción. —Se escucha una voz un poco sintetizada.
Corrimos con toda nuestra fuerza, algunos nos disparan y destrozaban el piso, en apenas cinco minutos llegamos a pesar de todo el equipo que llevamos encima. Los otros ya están ahí con algunas bengalas en el piso, emanado humo negro. A lo lejos pero a gran velocidad se acercan los helicópteros que luego se separan en distintas direcciones.
—Aquí negro 1, tienen treinta segundos cuando aterricemos o no estaremos a una distancia de seguridad. —Dice el piloto por el micrófono.
— ¡Recibido!
El helicóptero llego y corrimos al interior, algunos disparos llegaron contra nosotros pero no nos dieron, me acerco a un asiento y me sujeto con un cinturón, me volteo a la ventanilla y veo los misiles surcando el cielo, dejando una estela tras de sí.
— ¡El tiempo era incorrecto! —Grita el piloto. — ¡Prepárense para el impacto!
—Que dios se apiade de nosotros.


20 de junio de 2016. Base madre. 13:19 PM
Tafat
Señores, hoy a las diez de la mañana, doscientas micro ojivas impactaron en Túnez, las bajas se estiman en diez millones incluyendo nuestros efectivos… Se detecto el lanzamiento de ojivas desde el océano índico, cerca de Australia, Fin del informe.
Señorita, su mando se pondrá en lista negra por ahora, retírese.
Sí señor.



martes, 21 de junio de 2016

Capitulo 19. -El susurro del desierto (Parte uno)







18 junio de 2016. Desierto del Sahara. 10:36 AM
Kella
Los buitres se deslizan entre el viento que se mueve a lo largo de este gran mar de arena mientras que el sol, que se encuentra en lo alto dando a entender su omnipotencia al iluminar el extenso y hermoso desierto, hirviendo cada uno de los granos de arena. El viento toma lo que quiere y lo deja donde le plazca, pasa por donde le da la gana y entre eso se cola entre mi ropa, dejándome sentir su tibia mano por todo mí cuerpo. La arena se enreda en mí cabello como si quisiera que me quedara eternamente en su reino. A cada paso que doy la arena se esparce dejando una pequeña hendidura y un montículo a su alrededor.
Al mirar al cielo me fijo en el halcón que esta surfeando en el aire a mí alrededor, sin alejarse. Inhalo un poco del caliente aire y silbo con fuerza, a los momentos se pone a planear y antes de que llegue a mí lado, extiendo mi brazo derecho, en el cual tengo un grueso guante de cuero, Taka posa sus garras y avanza hasta la parte superior de la mochila.
Siento algo de sed y acto seguido, desengancho la cantimplora de la parte baja de la mochila, desenrosco su verde tapa y acerco el recipiente a mí boca. El líquido que aun se mantiene frio baja por mí garganta refrescándome y entre eso miro al halcón.
¿Quieres? Le pregunto. Da un pequeño saltito a mi hombro haciendo ladear un poco la cabeza, alzo la cantimplora y derramo lo que queda del contenido encima de Él, un poco moja mi ropa.
Me giro y mi renaudo mi marcha. A cada paso que doy algunas veces mis pies se entierran un poco en la arena levantando un poco de dorado suelo. Cuando ya pasan quince minutos de caminata llego a la misma colina que había subido antes, al mirar hacia abajo, aun veo algunas de las pisadas. Meto la vasta del pantalón dentro de la bota, lo ato con fuerza y queda apretado, me acomodo el turbante y bajo las gafas aislantes, siempre he pensado que son las mismas que se usan en la nieve; ¿Cómo será estar en la nieve? Solo el frio, es algo casi mágico, todo lo contrario a este lugar; Me preparo y salto, comienzo a deslizarme con gran velocidad, haciendo que la arena se divida en dos, cuando llego abajo, pierdo el equilibrio y caigo golpeándome el trasero, me levanto y me sacudo la arena.
Taka me mira desde el suelo, tiene un poco de arena en las alas y creo que está molesto. Vuelvo a extenderle el brazo pero emprende el vuelo, de verdad que se molesto. Le saco la lengua y me pongo a trotar, siento como el calor aumenta pero esto será mucho más rápido. Después de un rato logro ver el Aghiwan (Campamento) asomándose entre las olas de la arena. Escucho el gañido de Taka y luego se aleja, de verdad se molesto.
Apenas llego, veo a mi padre sentado en la entrada de la tienda con Taka entre sus brazos.
— ¿y porque se enojo? —Pregunta apenas me acerco. El sigue con su ropa color índigo y su negro turbante que solo deja verle sus oscuros ojos.
Bueno, yo… me deslice por una bajada de arena. Me sacudo un poco de arena del cabello tratando de demostrárselo pero es difícil porque esta por todos lados. —Y el se cayó de mi hombro.
—Sabes lo difícil que es atender a una persona y mucho más a un animal. —Lo escucho suspirar. Quien no lo haría si lo hago todo el tiempo.
—Sí pero.
—Es muy entretenido. —Me interrumpe. —Debes tener más cuidado.
—Si padre.
—Bueno, vamos, entra o ¿Quieres seguir tomando sol?
Apenas entro baja la sensación del calor, a pesar de que la tienda es oscura esta mucho más fría por dentro, siempre pregunto la razón de porque pasa eso pero nunca me responden, que tengo que darme cuenta por mí misma, aunque llevo un buen tiempo. Mi padre me entrega un plato con comida y un vaso con agua, el también se sirve y comenzamos a comer, a compartir noticias, rumores y otras cosas.
—Señor. —alguien nos interrumpe pero se queda fuera de la tienda.
—Pasa. —Responde mi padre.
—Vengo a informarle. —Dice said entrando.
—Dime.
—A las dos, cuando el sol este en lo alto, llegaran cazadores americanos.
—A este lugar o…
—En el centro. —Dice Said rascándose la nariz.
— ¿Cuántos son? —Me carcome la curiosidad y le pregunto sin más.
—Kella, por favor mantente callada. —Me dice mi padre. —Pero, respóndele lo que ha preguntado.
—Los siento pero no lo sé.
 —Bueno. —Junta sus manos y aplaude una vez. —Preparen las maquinas e informales a los demás, nos vamos.
—Voy, señor.
—El señor esta en el cielo.
—Lo siento, Anir. Mira a mi padre por última vez y se retira al exterior.
Parece que está ocurriendo, tendremos que tener cuidado.
¿En qué?
El mundo está cayendo nuevamente en las tinieblas, la muerte se cierne sobre nosotros.
La guerra ¿verda? Parece irreal.
Y tal parece, tendremos que prepararnos, allí es donde vamos a ir.
Que los Djinns nos protejan. Le respondo con algo de miedo.
Hablo un poco más, después salgo y veo a los demás desarmando las tiendas. Ayudo con lo que pues, moviendo algunas cajas hasta los camiones, doblo algunas pieles y las subo también. El solo sigue tan fuerte como cualquier otro día.  Algunos halcones vuelan  con sus grandes alas, como si quisieran ser envueltos por el aire. Miro a mi lado derecho mientras subo otra caja con víveres, mis dos amigos que son como mis hermanos también cargan algunas cosas. Atrás, otros ya están haciendo las últimas preparaciones. El campamento en apenas media hora desapareció completamente, y todo que dentro de tres camiones militares.
Mi padre se encuentra por allí.
— ¿¡Todos están listos!?
Lo dice con entonación fuerte y grave. Algunos responden, otros solo levantan el brazo en señal de aprobación y los menos son indiferentes de lo que dijo. ¡Entonces nos vamos!
Apenas lo dice, me subo rápida a uno de los camiones, el motor comienza a rugir y luego los otros dos. Las cajas se encuentran en la mitad atadas con una gruesa soga. Otros dos de mí clan están sentados conmigo con sus respectivas ropas de índigo, miro hacia el otro camión y mi padre sube en ese.
Los camiones se ponen a avanzar para luego a formar una caravana, tres camiones en el medio y cuatro jeeps armados con una del calibre 50 ° cada uno, dos adelante y dos por detrás. La arena sale expedida en dos direcciones, dejando una humareda de polvo detrás. El viento golpea con fuerza pero quita esta sensación que provoca el sofocante calor. Las vibraciones no paran, a cada segundo todo el camión se agita con el camino que recorre. Uno de los tipos, de ojos café, se levanta y se apoya contra la cabina, con su mano derecha se agarra de uno de los fierros del armazón que rodea el costado y en la otra tiene la típica 47.
El resto del camino no sucedió nada más que solo lo movido que fue.
Estamos llegando. Dijo el otro que tiene ojos grises.
La caravana disminuye su velocidad hasta casi parar, los camiones se acomodan uno al lado del otro, después los cuatro jeeps se ponen alrededor. Una pequeña cerca metálica se levanta través de la arena, esta sube hasta formar un cuadrado tan grande como para que quepan veinte camiones; Esto siempre me ha parecido algo sorprendente; Alarmas de precaución empiezan a sonar, también engranajes se oyen y de repente, comienza a bajar. Poco a poco este baja. Alejándonos lentamente de la entrada en dirección al fondo, unos segundos después esta se comienza a cerrar, cuatro puntas salen desde cada esquina, el sonido que se produjo de esto es ensordecedor, los metales chocando inundaron el lugar y luego, quedamos sumidos en la oscuridad.
Luces rojas se encienden en todo el contorno, iluminando de forma parpadeante todo el masivo ascensor.
Los engranajes paran de golpe.
Delante de nuestro grupo, una gran compuerta se abre, retrayéndose en la forma inversa que se cerró la otra. Una gran luz segadora se impone sobre nosotros haciendo que la mayoría tenga que cubrirse los ojos, apenas unos segundos después puedo volver a ver, es un gran garaje, los camiones arrancan nuevamente y entran, lo primero que logro ver es una variedad de tipos de vehículos como tanques, jeeps camiones, algunas motos y uno que otro helicóptero sobre algunos tipos de bases con ruedas. Apenas terminan de estacionarse y acomodarse en un lugar libre, me bajo y después mis compañeros, caminamos juntos hasta el final del lugar y allí, al lado de una entrada color crema están parados cuatro soldados.
Es un placer tenerle nuevamente aquí. Dice uno que porta una venda en la mano.
Gracias, Rachid. Le responde mi padre. Se retira el turbante dejándose ver su negro cabello.
Le guiare, sígame por favor.
Gracias, vamos.
El se gira y nosotros le seguimos, entramos en un largo y extenso pasillo blanco que parece no tener fin, pasamos por el lado de múltiples habitaciones, enfermerías, barracones, lavabos, armerías, gimnasios y muchos otros. A pesar de que este lugar es tan grande no se ven muchas personas en el pasillo o en las salas, la mayoría debe estar en sus aposentos. 
Finalmente llegamos a la sala de mando, grande y estrafalaria, llena de maquinas que no entiendo en lo más mínimo. En el centro se halla una mesa redonda con una especie de mapa tridimensional de lo que parece ser… ¿El desierto? En la pared que esta atrás de la mesa tecnológica hay una gran pantalla que cubre toda la pared y en los extremos, en ambos costados, múltiples computadores se encuentran dispuestos para su uso, algunos de ellos ya siendo ocupados, y delante de todos, esta nuestra comandante, la persona con máxima autoridad de todo la sede central de áfrica norte.
—Buenos días caballeros. —Dice la comandante.
—Buenos días, Tafat. —Le responde mi padre.
Siempre tan informal.
Siempre tan formal.
Nos ponemos viejos y no cambiamos.
Si… pero bueno, a lo que fuimos llamados.
Ella respira hondo y mira a nuestro grupo con detención, pareciera que fuera a hablar pero no lo hace, mira la gran pantalla y nuevamente a nosotros.
A las dos PM llegara personal estratégico, como ya sabrán, se han emplazado grupos terroristas que han atacado diferentes ciudades e incluso, diferentes partes del mundo. —Vuelve a mirar la pantalla, esta comienza a mostrar grabaciones, imágenes e información de los sucesos alrededor del mundo. —Y recientemente, hemos visto a estos mismos malnacidos poner sus tienditas de juguete por esto lugares y tenemos un problema, esos malditos tienen antiaéreos de largo alcance, blindados, torretas, helicópteros de combate y un lugar muy pero muy grande que se tomaron, recalco lo GRANDE. Miren esto, esto fue lo que pudieron observar los U.C.A.V estadounidenses. —La pantalla volvió a cambiar, algunas imágenes desde el aire, mostrando las robustas defensas. Algunos empezaron a murmurar, puedo escuchar sus contras apenas mostraron las fotos. —Y bueno, nosotros vamos a atacar, eso es todo, ahora retírense y prepárense, esto va a ser duro.
— ¡Si señor! —exclaman la mayoría al mismo tiempo.
—Ah, otra cosa, pasen a la armería, llegaran sus juguetes de destrucción.
Lo primero que hago es ir directo a la armería, cuando entro, admiro la gran cantidad de cajas, municiones, explosivos y demás.
—Hola. —Le digo a la primera persona que veo, esta con un formulario en sus manos.
—Hola, ¿desea algo?
—Vengo a tomar lo que pedí.
—Ya veo, introduzca su número de identificación.
Me pasa algo parecido al lector de tarjetas pero este, solo tiene los números, Ingreso el código: 2 000 240. Una voz sintetizada sale del aparato: Kella Abaid, agente zona Sahara.
—Muy bien, espere aquí.
—Bien.
El se retira y a después vuelve con una caja metálica roja con mí código encima de la tapa.
—Aquí esta su arma, tal como la pidió, El modelo Red 9 modificado, con su respectiva culata y munición.
— ¿algo más?
—Solo eso estaba a su nombre, el resto de equipo es genérico, puede retirarlo allí. —Dice apuntando cerca de la entrada.
—Gracias.
Me giro, me dirijo a la entrada y en eso, suena un altavoz: Han llegado los agentes, repito, han llegado los agentes.
Esta será mi primer enfrentamiento
Voy a luchar por la libertad
Voy a luchar por mi gente

sábado, 11 de junio de 2016

Capitulo 18. -El precio del valor.



Jack
Jaque mate. —Le digo a Kiara mientras boto su pieza rey que se encuentra acorralado. —Gane.
—Eres muy bueno. —Ella me mira casi con odio pero con una cara juguetona. —Mmm.
—Hay algunos que son muchos mejores. —Le acaricio la cabeza con mi mano derecha, una sonrisa aparece en su cara.
— ¡No lo creo! ¡Tú les ganaras a todos! —Cada palabra lo dice con emoción. — ¡Serás el rey del ajedrez!
—Me falta mucho.
—Vas a ganar.
—Ya, ya, lo que digas. —Le desordeno el pelo con fuerza y un poco de su cabello cae en su cara. —Te ves mejor así.
— ¡Mi pelo no! —Aparta mi mano y entrecierra sus ojos como si tratara de intimidarme.
—Nunca he entendido por que se ponen así con el cabello.
—Pero es que. —un soldado se acerca con una bolsa transparente en la mano.
— ¿Tienen ganas de comer? —Dijo mientras mete la mano en la bolsa.
—Yo no. —Le respondo extendiendo la mano en señal de rechazo.
— ¿Y  tu pequeña?
— ¡Por fa!
—Aquí tienes. —Extendió su mano con un envoltorio plástico que aun esta sin abrir.
— ¡Muchas gracias! —Le responde Kiara mientras recibe esa barrita de forma muy feliz.
—De nada, bueno, yo tengo que seguir, todos queremos comer un poco. —Dicho esto, el sigue hasta otro grupo pero me deja pensando, todos queremos comida pero no habrá para todos, en algún momento se tendrá que acabar.
Kiara habré el envoltorio y comienza a comer animosamente, verla así me da las energías para mi día pero de todas formas siento tristeza, ella debería estar en un colegio con otros de su misma edad y, nuestra madre… debería saber en donde se encuentra o quizá ella ya esta…
— ¿Hermano? ¿Estás bien? —Salgo de mis pensamientos y la miro, tratando de sonreírle.
—Sí, estoy bien.
— ¿Enserio?
—Sí. —Le acaricio nuevamente la cabeza. —Estoy perfecto.
— ¿Enserio? ¿Enserio?
—si.
— ¿enserio? ¿Enserio? ¿Enserio?
—Te estoy diciendo que si. —La golpeo sin fuerza alguna en su cabeza, imitando un golpe de karate.
—Ya entendí.
—gracias.
— ¿porque?
—Por callarte.
— ¡Hey!
—Que.
—eso es molesto.
—Mira quién habla.
Y pasaron los minutos…
Aun esta frio y el sol apenas entibia, algunos frotan sus manos tratando de calentarlas mientras que otros se resguardan en la comodidad de los edificios que ahora yacen abandonados por sus dueños originales.
Los disparos que he escuchado en todo este tiempo casi han cesado pero aun no nos dejan salir por temas de “seguridad hacia civiles”.
Cuando nos aburrimos nos vamos a caminar, nos ponemos a hablar de sus amigos y otras cosas aleatorias, de la nada se oye un gran estruendo que hace vibrar el ambiente mientras se acerca, miro de donde viene ese gran sonido y algún tipo de avión de combate pasa sobre nosotros a una velocidad sorprendente, seis más pasan casi de inmediato, apenas les veo unos segundos pero sé que rompieron la barrera del sonido por el gran cono que se formo rodeando al avión; Algunos quedaron sobresaltados por la inesperada y rápida visita de estos, quedando casi como estatuas mirando al cielo.
— ¿Esos eran aviones? —Pregunta Kiara con asombro y agita los brazos con emoción.
—Si… —Eso solo puede significar que esto aun le falta para su final o que solo se esta desarrollando una batalla en otra ciudad.
— ¿Pero por que iban tan rápido?
—Deben estar apurados. —Si no lo hacen lo más probable es que alguno de sus compañeros salga muerto.
—Debe ser genial. —Su cara sigue mostrando asombro.
—Es lo más probable. —A excepción de que te pueden derribar.
— ¡Quiero ser piloto!
—Mejor que no.
— ¿¡Porque!?
—Eres muy pequeña. —Es muy peligroso.
— ¡Entonces tengo que esperar!
—Mucho mejor. —Olvídalo, aquí estarás segura. —Aun te quedan muchos años.
— ¡Sí! —A pesar de que está entusiasmada, lo mejor que puede hacer es olvidarse de eso.
—Ya y… ¿a qué hora ese profesor se comprometió?
— ¿Dos? —Su cara expresa duda.
Alzo mi muñeca y observo la hora.
— ¡Solo faltan veinte minutos! —Me fijo en su cara y su expresión apenas cambia.
—Aun queda mucho. —dice despreocupada.
— ¡tengo que buscarte un cuaderno!
—ya.
— ¡y un lápiz, necesitas un lápiz!
—y si mejor… Em., te calmas.
—vamos.
Me levanto y la ayudo a pararse, nos ponemos a caminar mientras preguntamos a cualquier persona por si tenía pero todos responden que no, el tiempo casi se acaba u no pude encontrar nada, como paso eso, nos fuimos directo al lugar en donde se iban a “reunir”, al llegar, frente a los ventanales de un supermercado, en la calle hay muchas sillas reunidas que apuntan hacia una dirección como si fuera de algún antiguo teatro griego, a pesar de que ya es la hora no hay muchos, solo algunos niños y uno que otro que parece de mi edad, pasan otros minutos, llegan más y uno que usa una bata blanca.
— ¡Buena tardes! —Exclama el señor de la bata.
—Hola. —Dicen algunos. —Buenas tardes. —Responden otros.
—Em.… ¡Bueno! Por favor tomen asiento. —Hablo de nuevo. —Bienvenidos a nuestra improvisada escuela.
Comenzaron a tomar asiento y ella se sienta en primera fila, llegan otros con apariencia parecida, una mujer y dos hombres, toman iniciativa e inician una charla.
Partieron por lo clásico, presentarse: La mujer se llama Camila; El primero que hablo, que es de aspecto fuerte, se llama Claudio; Otro que es el más alto de los cuatro, se llama Pablo; Y el ultimo, de aspecto cansado y ojos ojerosos, se quedo callado a pesar de que sus compañeros lo instaron a hablar.
Luego se presentaron todos los “alumnos” mientras que yo, me quedo alejado de ellos pero vigilante por mi hermana, esa clase fue muy improvisada por la falta de materiales, aunque trataron de adecuarse a las necesidades de cada uno; Los minutos pasan rápidos y pronto ya se fueron dos horas.
Kiara se acerca hasta mi lado, me arrodillo y la miro detenidamente con una sonrisa; Ella esta feliz y yo también, porque quizás podrá tener un pasar más “NORMAL”
Como el tendido eléctrico ya no funciona, pronto estará oscureciendo y no hay muchas luces, ¿Cómo las mantendrán funcionando? ¿Baterías recargables o solares?, no me importa, solo tenemos que ir a nuestra “Pieza comunitaria”.
Red
—Ya son las doce y media, ¿no crees que deberías dormir?
—Tengo que ayudarte en todo lo que pueda antes de que me manden de vuelta. —Me responde Esperanza bostezando y frotándose los ojos con sus manos.
—Con más razón. —Aparto las manos del laptop y me levanto del banco de madera. —Debes descansar.
—Es que va a pasar un tiempo antes de que nos veamos otra vez. —Baja su cabeza en señal de tristeza y eso me hace sentir un pequeño nudo en la garganta pero es por su bien.
—No te preocupes, mañana será un largo día. —Puedo notar como apenas se mantiene despierta, ella puede hacer muchas cosas pero aun es tan pequeña…
—Yo… voy…
Se quedo dormida en la silla, frente al escritorio en donde están los papeles que contabilizan a los que han sobrevivido; Me acerco a la ventana y abajo, están haciendo guardia y esas luces están puestas otra vez, iluminando una pequeña zona de la penumbra nocturna.
De repente, una llamarada roja aparece y apenas en un momento, esta crece rápido pero sigue siendo controlada por el cuerpo de metal en donde esta, el barril pronto toma un color rojizo en el borde superior, algunos se juntaron alrededor y hablan, ¿De que hablaran? ¿Recordaran a su familia o amigos?
Me gustaría saber pero no puedo, voy a la puerta y cuando estoy afuera, le hablo al soldado que está apoyado en la pared que blanca es por el cemento.
—Hey, oye. —Me mira y se sobresalta un poco, rápidamente se pone en una posición firme.
—En descanso soldado. —Separa ligeramente las piernas y baja un poco el arma.
— ¡Si señora! —Asiente.
—Aun no soy tan anciana.
— ¡Lo siento señorita!
—Oh por favor, no seas tan cuadrado, no necesitas regirte tanto.
—Si señorita.
—Dios… —A pesar de que no le puede ver la cara por lo que lleva puesto, noto que no sabe que decir ya que debe ser difícil salir de lo que estas acostumbrado a hacer. — ¿Qué pasa?
—Ya.
—Bueno, he…, puedes preparar el vehículo, ella ya está por partir.
—Inmediatamente.
—Gracias.
—Es mi  trabajo.
A los segundos le veo desaparecer en la escalera que va al primer piso, me devuelvo a la habitación y la miro, ella tiene su cabeza apoyada en sus brazos mientras el escritorio es su soporte.
—Así deberías estar siempre. —Murmuro mientras sonrió con algo de pena, ella debería estar en un ambiente normal y no, estar en esta organización.
Situó una silla a su lado y le acaricio su cabeza, con mi mano libre me dispongo a ordenar estos papeles y ni siquiera sé como los imprimieron.
Golpean la puerta, me acerco y abro, el está allí.
—Ya están listos para partir a su orden.
—Gracias.
—Un placer.
—Bueno, ¿Me ayudas? —El asiente.
Ingresa y yo busco la mochila que ella preparo, es celeste y tiene algunos parches cosidos a esta, su tamaños es perfecto para ella, ni muy grande ni muy pequeña, la tomo y me percato que debajo hay una pistola parabellum, a pesar de que es casi reglamentaria llevar una siempre, no me agrada que la tenga pero aun así, le pongo el seguro y la meto dentro de la mochila.
—Listo. —Le dije extendiendo la mochila y el la toma.
Me acerco a Esperanza para luego tocarle el hombro, se despierta apenas.
— ¿Qué pasa? —Doce bostezando y refregándose los ojos.
—Ya esta listo, vamos. —Le digo suavemente y le acaricio la cabeza.
—Quiero dormir más. —Dice aun adormilada.
—Puedes dormir en el camino.
—Es muy ruidoso. —Se apoya en el respaldo de la silla y bosteza.
—Entonces resiste un poco.
Ella se levanta y lo saluda, camina hasta el pasillo y saco la linterna, la prendo y luego la engancho a la chaqueta. Paso por el pasillo mientras que ella me toma de la mano, bajamos las escaleras y después ese hombre abre la puerta como todo un caballero, seguimos por la calle, nos saludaron los soldados que nos vieron mientras que los refugiados apenas reparan en nuestra presencia.
Llegamos a una intersección de dos calles, en el centro se encuentra un helicóptero militar, donde antes se encontraban los cables eléctricos, ahora no hay ninguno. Dentro del vehículo se encuentra el piloto y otro hombre que es el artillero, se encuentra sentada al lado de las ametralladoras giratorias.
—Aquí está tu viaje. —Le digo señalándolo y las aspas se comienzan a mover.
— ¿De verdad tengo que irme? —Pregunta mirándolo.
—No le quieres causar problemas ¿verdad?
—No… —Murmura. —Espera ¿¡Volvió!?
—Quien sabe, quizás te está esperando.
Camina y el artillero le da la mano, ella sube y se sienta. Me acerco hasta quedar casi al lado de la plataforma y el que nos ha estado ayudando también se acerca.
— ¿¡Lista!?
— ¡No! —El sonido de las aspas es muy fuerte y cuesta escucharse.
— ¡Entonces ponle animo! —Dice el soldado que nos ha ayudado.
— ¡Sí!
— ¡Ashia! ¡Nos vemos en casa! —Le digo despidiéndome.
— ¡Entonces nos vemos en casa! ¡Mía!
Escucho una voz desde la radio, la tomo y escucho: “A todos los punto de encuentro costero, se ha detectado una anomalía en la conducta de los canes de toda la región, se están reuniendo en jaurías masivas y avanzan hacia el sur por la costa, recomendamos extremo cuidado e incluso, evacuación; Repito, a todos los punto de…
Todos nos quedamos expectantes, nadie habla, el piloto me mira esperando que diré, solo se escucha el sonido de las aspas revolviendo el viento que pasa por aquí y mueve en todas direcciones mi cabello,  esperanza rompe el hielo.
— ¡Me tengo que quedar! —Trata de desabrocharse las amarras de seguridad que recién puso.
— ¡No! ¡Tú te vas! —No puedo permitir que pase por más peligro.
— ¡Pero!
— ¡No! —Le respondo. — ¡Soldado, cuál es tu nombre!
— ¡David!
— ¡Muy bien, David! ¡Ahora eres su guardián!
— ¿¡Y qué sucede con mis superiores  y el equipo!?
— ¡Yo me hago cargo! ¡No te preocupes!
— ¡Si señorita! —Hace el típico saludo – despedida militar y sube al helicóptero.
Miro al piloto y el a mí, me alejo y este empieza a despegarse del suelo hasta que, en unos segundos ya esta varios metros más arriba.
 Observo la radio que tengo en la mano, cambio la frecuencia y casi rezo que ella este.
—U.M.I, ¿Estas allí?
Me giro y camino hacia donde estas todos.
—Todos los sistemas se encuentran operativos. —Se escucha con un poco de estática.
—Muy bien, ¿recibiste la advertencia?
—Peligro canino ¿verdad?
—Exactamente eso, necesito ojos en el aire.
— ¿Despliego los VANT? —La alarma de peligro empieza a sonar.
— ¿Hace cuanto llegaron? Que yo me acuerde, por aquí no había
—Hace dos días, tres de la mañana. —La estática sigue. —Regalos de los de estados unidos.
—Entonces estamos de suerte, déjalos volar.
—A la orden Red.
—Bien.
—A la espera de nuevas órdenes.
Llego al centro y alguien, un soldado esta con un megáfono: Por favor, resguárdense en los edificios aledaños por las próximas cinco horas, los perros de la región han tenido una anomalía en su comportamiento; Repito, Por favor, resguárdense en los edificios a…
Algunos hacen notar su temor, pequeños gritos de pánico y uno que otro cae de bruces por el pánico, todos se van corriendo a los interiores mientras que nadie se detiene a ayudar a los que se caen, no puedo hacer absolutamente nada, solo me queda esperar a que todos se calmen, todo esto combinado con que hay solo faroles para iluminar, se crea una peor situación.
Cuando se disperso la multitud que había, quedaron algunas manchas de sangre en el piso, seguramente alguien salió pisado. Me pongo en marcha hasta la tienda central donde están los jefes militares. Apenas muevo la cortina plástica les veo dentro, hablando por la radio de larga frecuencia, preocupados por la situación porque no saben muy bien qué hacer.
—Hola Red. —Me dice el capitán cuando me ve, también se nota que no ha dormido.
—Hola, ¿Cómo van las cosas?
— ¿cómo crees?
—Mmm, ¿Bien?
—Dios…
— ¿y sabes en cuanto tiempo aproximado llegaran los problemas?
—calculamos que en dos horas. —Apenas lo dice, inicio el temporizador del reloj que está en mi muñeca.
—y alguna noticia de los otros puntos.
—Eso es lo peor, nos dijeron que muchos resultaron heridos y otros murieron… —Lo noto bajar el tono cuando dice la ultima parte, aquí pasa algo raro.
—“Algunos” eh, cuantos, dime. —Entrecierro un poco los ojos cuando le hablo, se que esconde algo, lo conozco de antes.
—Cien.
— ¿De cuantos?
—El triple.
— ¿Eran solo militares? Son muy pocos.
—Sí, el panorama es difícil.
—Di las cosas como son. —Habla alguien que está al fondo. —No puedes hablar como siempre.
—Ya, ya. —Su voz suena entre demasiado preocupada pero a la vez despreocupada. —Y que hacemos, señorita.
—porque siempre tienes que hablarme formal… y respecto a eso, lo mejor será meterse en los pisos superiores, no queremos problemas.
—No podremos, la mayor parte son casas y en los edificios que tomamos apenas caben todos, los otros han tenido que dormir a la intemperie, abran problemas.
—Dios… entonces solo métanse en otro.
—Nos demoraríamos demasiado, incluso con mas personas, para entrar tendríamos que destrozar las puertas, nos tardaríamos en poner defensas.
— ¡Háganlo! ¡No les dejaremos morir!
— ¡A la orden! ¡Muévanse todos!
Asintió con la cabeza, salió y yo le sigo, me quedo mirando un rato y veo como se empiezan a organizar, llevando materiales y otras cosas. Les sigo y comienzo a ayudarles, apenas llegamos a uno de los edificios, volamos la puerta y entramos, subimos por las escaleras para que después, siguiéramos con las puertas individuales, detrás de cada una, hay una historia diferente, habitaciones con juguetes de niños, cuadros con familias, algunas maletas que tienen objetos de personas que no pudieron llevárselos a otro lugar, ¿A dónde puedes escapar cuando la guerra ocurre en todas direcciones? ¿A quién le puedes pedir ayuda? Miles de familias que fueron destruidas por la muerte, a donde puedes correr en un valle donde solo ves muerte, cuando tratas de mantener a tu familia a salvo a toda costa pero aun así no puedes.
Miro mi reloj y apenas queda media hora, las personas que aun se mantenían en las calles comenzaron a llegar y meterse en las habitaciones, mi radio volvió a sonar.
—Red, ¿me copias? —tomo la radio. — ¿Me recibes?
—Aquí estoy, ¿Situación?
—Están a diez kilómetros, sugiero prepararse para el paso de ellos.
— ¡Tan cerca!
—Recomiendo que se preparen y guarezcan en lugares cerrados.
— ¡Tenemos diez minutos! —Digo casi gritando. — ¡hagan las ultimas cosas y prepárense!¡no nos queda tiempo!

Nathan
— ¡Todo el mundo adentro! —Grita un hombre de la multitud.
A pesar de que es de aun es de noche, hay muchos de esos militares iluminando con potentes focos eléctricos y sus cables están a plena vista, pasando a lo largo del pasillo, a esos malditos les sigo odiando. La gente comenzó a separarse en pequeños grupos dentro de los apartamentos. Apenas entramos en uno, ese soldado cerro la entrada tapándola con un mueble de gran tamaño, no me agrada estar encerrado con uno de ellos.
—Estén preparados, ¡están por llegar! —Se escucha desde su radio, tiene un poco de estática.
Me acerco rápido a la ventana, veo apenas las luces de otros edificios. Todo se ilumina de un fuerte color rojizo, dirijo mí vista al cielo y veo muchas bengalas a distintas alturas, vuelvo a poner mí vista en la calle.
— ¡Aquí vienen! —Se escuchan gritos provenientes de las otras habitaciones e incluso de algunos edificios vecinos.
Noto como una masa negra se empieza a meter a gran velocidad, agudizo mi vista y los distingo, ¿¡acaso son perros!? ¿¡Qué demonios!? Ingresan y se mueven en una sola dirección, no puedo evitar sentir algo de miedo al ver tantos animales descontrolados, miro la entrada del otro edificio y como golpean la barricada.
— ¡Están tratando de entrar! —Vuelve a sonar la radio, algunas de las personas se miran entre sí con terror en sus caras. — ¡Está ocurriendo en todos los edificios!
—Padre nuestro que vive… —Una de las señoras comenzó a orar, eso no le ayudara en lo más mínimo, si esas cosas entran…
Sigo fijándome en esa puerta, se barricada empieza a ceder, en unos segundos ya entraron, se lanzan contra el agujero que queda, como si fueran hienas hambrientas, los disparos no se hicieron esperar pero apenas se escuchan porque son casi callados por los aullidos de los perros.
— ¡Están entrando, rompieron los obstáculos! ¡Disparen! —Se escucha afuera, en el pasillo. Un sudor frio corre por mi espalda, está ocurriendo otra vez.
Gritos y disparos llenan todo el lugar, las personas de la habitación están llenas de miedo, nadie quiere perecer, yo tampoco.
— ¿Qué está haciendo? —Dice una señora con una voz algo desesperada, la miro y veo a otro hombre abriendo la ventana y se sube.
— ¡Bájate de allí, es peligroso! —Le grita el militar.
— ¡No voy a morir aquí! —Exclama con pánico.
Apenas dice eso, se da vuelta y se agarra al saliente, comenzando a moverse, le veo desaparecer mientras se mueve.
Algo comienza a golpear la puerta, los disparos siguen.
— ¡abre la puerta! ¡Tienen que salir, esos malditos están subiendo y esto no los parara! —Grita alguien desde el otro lado.
El soldado empieza a empujar el mueble, algunos reclaman que no lo haga pero ya es demasiado tarde. Cuando la abre, solo hay otro pero ensangrentado.
— ¡Que te paso!
—Se llevaron a uno… lo destrozaron… —En su cara re refleja algo traumático.
—Mierda… ¡Todos ustedes, vallan al piso superior! —Exclama el soldado.
Todos salimos con rapidez, ellos fueron delante con sus armas en mano, cuando pasamos por la escalera, veo que lanzaron  muchas cosas a la escalera, cocinas, refrigeradores, escritorios, todo lo que pudiera tapar la subida a nuestro piso, ¿Cómo lo hicieron, teniendo en cuenta de que ya están dentro? Subo y siento que el piso empieza a vibrar como si de un temblor se tratara, no le tomo importancia y sigo subiendo, al entrar en una de las habitaciones la veo a ella de nuevo, esa mujer me mira apenas entro.
—Pelo de…. ¡Nathan! —Dice sorprendida.
Pero no le respondo.
—Pensé que estarías en el otro edificio. —No se era si mejor que estuviera allá.
El departamento es mucho más grande que en el cual estaba antes, tanto que parece una casa convencional, no algo que estuviera en un edificio. Las balaceras no paran, pareciera que no fueran a terminar jamás, las odio, les temo.
— ¡Llegaron! —Gritan en el pasillo.
Asomo mi cabeza y veo una niña pequeña entre esas bestias y los soldados, ¿Acaso piensan disparar? ¿Son idiotas? No me lo pienso dos veces y salgo corriendo en su auxilio, a toda velocidad paso por el lado de estos idiotas, alguien grita que me devuelva pero haga caso omiso, comienzo a ver todo en cámara lenta, veo cada detalle de esos peludos, veo como chorrea la espuma de su boca, veo como se acercan, miro a la niña, no se puede mover, tiene una herida en el pie, la veo, me lanzo y la cubro con mi cuerpo, la oigo sollozar, con mis manos protejo mi cuello, siento como los disparos pasan por encima de mí.
— ¡Nathan! —Escucho gritar a esa mujer, apenas la puedo mirar, viene corriendo.
Siento un dolor agudo en mi brazo, colmillos enterrándose y penetrando mi carne, trato de sacármelo pero me doy cuenta de que si lo hago, la niña correrá más peligro, la cubro con más fuerza y siento otro mordisco pero en mi pierna, luego otro y otro y otro más, no puedo aguantar mis gritos de dolor, por lo menos la niña se encuentra bien. Uno de los perros lanza un aullido de dolor, la vista se me pone un poco borrosa, siento frio, tengo sueño…

“¡Esta perdiendo mucha sangre!”
¡Su pulso está bajando!
¡Inyecten adrenalina!
¡No, no, no, no!
¡Desfibrilador!
¡Despejen!