lunes, 5 de septiembre de 2016

Capitulo 26.- Soy el bueno o el malo

25 de junio de 2016. Antofagasta, chile. 17:36 PM.
SUPA832
—Se ha detectado un campamento hostil activo con actividad C.Z.R, tienen una gama de blindados en la zona, los locales también estarán presentes. –Escucho a nuestro capitán por la radio.
— ¿Reglas de combate, señor?
—Todo personal encontrado, civil o militar es prescindible.
—Aquí martillo, objetivo a la vista, tiempo estimado sesenta segundos.-Dice el piloto.-Diez segundos.
—Preparados y listo para el despliegue.-Dice nuestro mayor.- ¡Hagan sentir orgullosos a nuestro padre! ¡Ahora fuera de mí helicóptero!
— ¡Señor, si señor!
Nos tomamos de las cuerdas y con la gracia de la gravedad, llegamos rápido al suelo Nos dejaron un poco alejados del punto cero uno pero es mucho mejor que la infantería que no es más que la carne de cañón.
— ¿Señor?
—Vamos a dirigirnos al primer punto y esperaremos por órdenes.
Algunos pedazos de papel quemados se mueven con las corrientes de aire y las calles están faltas de limpieza. Avanzamos rectos con las armas preparadas. Muchos cadáveres se encuentran por el piso, algunos de infieles y otros de hermanos que no han tenido una sepultura digna de su sacrificio.
—Operativo KT en punto cero uno, requisito órdenes.-Habla nuestro mayor en el comunicador.
—Aquí casa, establezcan perímetro y esperen a unidad acorazada.
Hincamos rodilla en mitad de la calle, espalda contra espalda. Quedamos de la misma forma que en el entrenamiento, callados e inmóviles esperando alguna cosa que nos incite a reaccionar.
El ruido de los disparos es incesante a lo lejos, la música de guerra no cesa. Pronto el motor del helicóptero se hizo presente trayendo consigo el pesado juguete atado por múltiples ganchos. Este se acerca al suelo y los cables se cortan.
—Paquete entregado.-El sonido se escucha al y claro a pesar de algo de interferencia. Dicho esto toma vuelo nuevamente.-Volviendo a casa por falta de combustible.
Nos acercamos al tanque y este hace rugir su motor como si quisiera gritar al mundo, “Aquí estoy”
—Fierro listo para sus órdenes.-Escucho por el auricular.
—Avanzando a punto cero dos.-Responde inexpresivo el mayor.
Nos quitamos de su camino de su camino e inmediatamente este se pone a andar con sus gruesas orugas, aplastando y resquebrajando el suelo por donde pasa. Le dejamos ir por delante para estar más protegidos por las toneladas de metal de guerra. Un hermoso y perfecto pedazo de metal belico.
Seguimos en una ruta recta por la calle, los martilleos de los percutores no se detienen a lo lejos y cada vez los escuchamos más cerca.
A unos pasos después nos encontramos con seis de los nuestros, están con falta de municiones pero eso no les impedirá seguir luchando hasta el final. Ellos pasaron de ser guardias en un punto fijo a ser nuestra escolta. Llegamos a un lugar lleno de vehículos abandonados en la vía y el tanque pasa por encima de ellos sin ningún problema. Ahora son inutilizables.
Un zumbido pasa seguido de un impacto. Uno de nosotros cae. Todos nos ponemos detrás de los carros, el tanque comienza a gira su torreta y alguien vestido de negro sale corriendo entre los autos.
— ¡Busquen y destruyan! —Dice nuestro mayor. — ¡Matadle!
Unos segundos después otro cae con un hoyo en su cuello. El tanque dispara y hace explotar una pared junto a un auto.
Dejamos avanzar al tanque mientras que nosotros vamos pegados a las paredes. En el recorrido varias veces le vemos y cargamos contra él, pero este muy cabron sabe moverse rápido. Le presionamos hasta que pareciera que no puede retroceder más y se interna en los edificios. Nosotros le seguimos las pisadas.
—Debe ser uno de los objetivos, avancen con precaución —Dice el mayor—.Elimínenlo a como dé lugar.
Nos situamos a ambos lados de la puerta de vidrio, nos miramos y solo con un mísero gesto nos entendemos. Entramos con las miras en altos, buscando en cada centímetro del lugar por ese bastardo.
No encontramos nada en ese piso, así que pasamos al segundo. Es una larga sala que fue ocupada como oficina; Tiene una gran cantidad de cubículos con computadores, impresoras, papeles y otras cosas de la misma índole.
Cada uno tomo un espacio para avanzar, vamos revisando uno por uno todos los cubículos. Algo se cae cerca de donde me encuentro y con la culata del rifle, destrozo con fuerza la delgada pared plástica del cubículo. Al mismo instante escucho un click y luego le veo salir corriendo a toda velocidad. No le puedo disparar ya que mi arma está al revés pero eso no me impide seguirle y en el camino darla vuelta. Salta y rompe el cristal de la ventana. Escucho un metal abollándose. Me detengo al lado de la cornisa. Le veo correr alejándose, apunto y disparo unas cuantas balas. Escucho un alarido. Sigo disparando pero el ya se metió entre los edificios.
— ¡Situación! —Grita el mayo corriendo.
—El objetivo ha escapado por la vía pública.
— ¡Y porque demonios le has dejado!
—No he tenido el tiempo suficiente.
— ¡Hablaras directamente con el comandante! —Su voz suena agresiva.
—Sí señor.
<<Los puntos rojos se acercan a negros, primera línea exterminada, preparen estrategia de choque>>
La trasmisión de radio se corta. El mayor solo me mira luego camina hacia la escalera mientras recarga su arma.
25 de junio de 2016. Antofagasta, chile. 19:30 PM.
Jack
—Ya no aguanto más.
—No reclames, apenas han pasado algunos minutos.
— ¡Y una mierda! ¡Van a venir por nosotros!
—Cálmate.
Su frente se ha puesto algo sudorosa y sus ojos expresan un temor que es muy razonable en ésta situación. Un soldado profesional se nos acerca.
—Señor, si no tienes la capacidad de estar calmado, retírese.
—y porque demonios nadie tiene miedo…
—Se lo repetiré, si no puede afrontar la situación, retírese.
—Me quedare.
—Excelente.
El soldado vuelve a su posición que está a unos pasos más allá y mi compañero, le queda mirando algo ¿Entristecido?, no se distinguir pero sé que tiene un revoltijo de pensamientos y emociones que le entorpecen.
—Pero aun no sé cómo están calmados.
— ¿Sabes lo que hace que una persona normal sea un héroe?
—Pues que haga un acto heroico, algo genial.
—Sí, eso es algo que hacen pero te falta algo fundamental.
— ¿Que es gente especial?
—No, eso no —Le miro algo exhausto —.El héroe es el que se queda cinco minutos más que el otro.
Me queda mirando algo sorprendido y luego desvía su mirada hacia el suelo.
—Me quedare esos cinco minutos.
—Bien dicho.
25 de junio de 2016. Antofagasta, chile. 19:50 PM.
Kuro
—Malditos sean, me desangro…
Me apoyo contra la pared y me rompo un extenso trozo de la polera, luego la ocupo como torniquete. El dolor de la presión me hace gemir. Luego de un rato la sangre aun sigue pero en menos cantidad y me quito el torniquete. Es una herida limpia, no me destrozo ninguna vena del hombro pero aún así necesito atención médica. Me pongo el pedazo de tela en la boca y acerco mi mano libre a la herida. Grito del dolor que me produce meterme el dedo en la herida, el grito es ahogado por la tela. Mi vista se pone borrosa pero aún no me puedo desmayar, si lo hago moriré. Un pedazo de metal cae al piso y yo respiro con alivio. Me coloco nuevamente una venda improvisada. El dolor es inevitable, no me gusta. Lo odio, odio a los que generan dolor.
25 de junio de 2016. Antofagasta, chile. 20:10 PM.
Red
— ¡Tanque! —Grita uno de los soldados— ¡Por el final de la calle!
— ¡Dispérsense! —Grito corriendo hacia las callejuelas entre los edificios.
Algunos me siguen por las callejuelas, entre estas nos encontramos con algunos hostiles que no nos fueron una gran amenaza.
— ¡El maldito está avanzando! —Grita alguien por la radio—. ¿¡Donde están los explosivos!?
— ¿¡Tienen termita!? —Grito por la radio.
— ¡No tenemos por este lado!
—Yo tengo una —Dice un soldado a mi derecha —.Y c4.
— ¡Perfecto! Dámela —Le digo extendiendo la mano—. Vamos a derretir a ese puto.
Llegamos hasta el final de la callejuela y en el edificio que nos queda enfrente, vemos una ventana que está en el segundo piso.
—Quien quiere hacer de piso.
Uno de ellos se pone con su espalda hacia la pared y extiende sus brazos.
—Quien va primero —Pregunto curiosa.
—Yo —Respondió otro—Yo voy primero.
—Bueno, tú prepárate a destrozar la ventana —Le dije a otro.
El soldado corre y salta con esfuerzo, el otro dispara contra la ventana y esta se quiebra, el soldado apoya sus pies en los brazos y lo impulsa hacia arriba. Este se agarra a la saliente y luego sube. Se apoya en el piso y extiende su mano hacia abajo, uno a uno empezamos a subir.
Toda la planta es un local de ropa o bueno, era un local de ropa. Algunas prendas están cubiertas de polvo e incluso, algunos hongos.
Nos arrodillamos frente al gran ventanal que da hacia la calle mientras que el tanque sigue avanzando con una completa seguridad que no le durara por mucho, además está regalando cañonazos como si de navidad se tratara.
—Prepárense para volarlo.
Cada uno tiene una de estas en la mano, destrozamos en conjunto el ventanal haciendo que los trozos de cristal caigan sin freno alguno, desconectamos la argolla de seguridad y la arrojamos a la zona superior del blindado.
— ¡Cúbranse! —Grito al lanzar el explosivo plástico.
Una explosión de grandes proporciones se produce, en mis oídos se forma un pitido constante y todo se mueve algo más lento que lo habitual. Todo está lleno de un humo espeso y oscuro, a mi lado se hallan los otros soldados que se incorporan con dificultad, todos salimos afectados.
Uno de ellos me ayuda a pararme. Los nuestros están avanzando incesantes por la calle, hemos ganado aquí pero las llamadas de ayuda aún no se detienen por la radio, otras zonas de la ciudad también están siendo atacadas.
— ¡Señores, solo los muertos ven el final de la guerra así que aún no pueden rendirse!
— ¡Si señora! —Dicen todos algo descoordinados pero con entusiasmo.
25 de junio de 2016. Antofagasta, chile. 20:25 PM.
SUPA832
A pesar de que nos juntamos con una fuerza de ataque mayor, estamos siendo acribillados, destrozados… por un simple contingente enemigo pero no me rendiré, les hare saber que no somos débiles.
A pesar de que solo yo aún sigo avanzando, se que uno de ellos está aquí y le hare saber de frente que no somos débiles. La vi. Es una de ellos. Me acerco lo más cauteloso que puedo hasta donde está y le apunto, pongo el dedo en el gatillo y lo presiono.
Solo sonó el percutor golpeando la cámara sin ninguna bala, el arma se quedo sin munición y yo no me percate. Está se da vuelta y en un momento.
Me ahogo con mi propia sangre.


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